Pero también, por situaciones de la vida, aunque programemos, agendemos, estudiemos, algo puede fallar, y también está bien.
Debemos pensar que tanta exigencia también nos lleva a situaciones de stress, lo que nos termina afectando gravemente la salud, y es algo a tener en cuenta.
Debemos entender nuestras limitaciones como seres humanos y como personas, como padres, amigos, esposos o hijos, podemos fallar y está bien.

Muchas veces, aunque uno organice todo, se anote (como hago yo) cada detalle para evitar fallar, podemos olvidar algo importante y a veces se puede solucionar en el camino, o no, y en muchos casos, no cambia mucho el resultado final.
Siempre recuerdo el cumpleaños de 15 de mi hija, donde había agendado todo, noche tras noche, llamadas, mensajes, cajas preparadas con anticipación. Finalmente llegó la gran fecha, era un día perfecto, la temperatura ideal para una jornada con pileta incluida. Todo estaba listo, sencillo, pero bellísimo. Pero olvidamos el queso para las hamburguesas, me equivoqué en el pedido de la mesa de dulces, (los jóvenes solo comen chocolates) y no programé llevar helado (postre ideal para un día de calor) y en el salón, solo funcionaba uno de los dos aires acondicionados para refrigerar el ambiente. Pero más allá de esas pequeñeces, la cumpleañera y los invitados lo pasaron bárbaro. Fue el mejor cumpleaños en mucho tiempo. Más allá de las fallas humanas, todo salió perfecto. Dios estuvo allí y se divirtió con los chicos.

Si aprendemos a hacer todo como para Dios, y, aun así, nos equivocamos u olvidamos de algo, lo importante es el corazón que ponemos para hacer las cosas y aún esas pequeñeces, serán usadas por Él para manifestar que dependemos en todo de Su Gracia, sin la cual no podríamos estar vivos.

Y entender, aún siendo perfeccionistas, que el único Perfecto, es El Maestro, que nos amó y diseñó un plan y un Compañero, que es el Espíritu Santo, para que podamos vivir en esta tierra y cuando fuere tiempo de partir, tengamos entrada al cielo a través del sacrificio de Jesús, para vivir toda la eternidad con Él.
2 Cor 12: 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
De la redacción de Encendidosporelespiritu.com