Y hoy hablaremos de esa bendición que el Señor quiere darnos. Pero es necesario que antes de hablar de esto tengamos algunos conceptos de Dios en mente. Para Él, el matrimonio es algo muy importante. Es una institución sagrada pues en ella dice que “se unirá a su mujer, y serán una sola carne” Génesis 2:24, bajo el mismo yugo, y por esto también nos advierte: “No os unáis en yugo desigual” 2 Corintios 6:14.
Otra cosa que necesitamos tener presente es que nosotros no podemos dirigir la mano de Dios ni guiar sus pensamientos o acciones. “porque él hará todo lo que quiera, pues la palabra del rey es soberana y nadie le dirá: ¿Qué haces?” Eclesiastés 8:3-4, y lo hará aunque no comprendamos el porqué o lo creamos injusto.
Pero pensemos que por un lado “Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos” 1 Crónicas 28:9. Y por otro, Él nos dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” Isaías 55:8-9.
Con estos conceptos en claro, leamos ahora la Palabra de Dios
Génesis 28:1-4 “Entonces Isaac llamó a Jacob, y lo bendijo, y le mandó diciendo: No tomes mujer de las hijas de Canaán. Levántate, ve a Padan-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham”.
Si recordamos los momentos que habla este pasaje, sabremos que Jacob, mediante un engaño, había logrado la bendición de su padre Isaac, (Génesis 27). Pero esto había provocado el enfurecimiento de su hermano Esaú, y es por esto que debía huir de su país.
Si bien es cierto que había recibido una bendición muy grande de abundancia de parte de su padre, en este momento estaba huyendo muy pobre y con destino a un lugar en donde debería trabajar duramente para vivir. Quizás este era el costo que debía pagar por el engaño a su padre.
La promesa de Dios
Los cristianos tienen la promesa de Dios sobre sus cabezas de vivir en la sobreabundancia. “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” Malaquías 3:10-12
Pero sucede que muchas veces deben pagar costos similares a consecuencia de engañar al Padre celestial. Dios quiere bendecir a sus hijos, pero el hombre pretende engañarle prometiendo serle fiel en los momentos críticos de lucha y desesperación.
Pero resulta que cuando los problemas dejan de ser acuciantes, cuando la enfermedad deja de ser preocupante, cuando la familia ha sido restaurada, cuando los problemas económicos se han alejado, entonces resurge el viejo hombre, el orgulloso, el que logró la solución al problema por si mismo.
El viejo hombre que no reconoce a Dios en su vida
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón” Jeremías 17:9-10.
Es allí, luego de obtener la solución de sus problemas, cuando más fuerte debe estar el cristiano para no caer en el engaño del enemigo. Es allí cuando el cristiano sufre la tentación como la sufrió Jesús. “le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” Mateo 4:8-9.
Cuando el cristiano tiene sus problemas solucionados está allí en el monte alto, y el enemigo le dice que le adore creyendo que todo fue por su capacidad, por su sabiduría o su propio poder. Que le adore reflotando nuevamente su orgullo y su soberbia.
Que le adore dejando la iglesia y volviendo al mundo pues ya esta todo solucionado. La promesa de Dios está y será confirmada a su tiempo. “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Números 23:19. Pero hasta tanto llegue la bendición, éstos engañadores deberán pagar el precio de su engaño.