Se trataba de un jovencito, al que su padre siempre lo acompañaba a su escuela en el tren que debían tomar para llegar a la misma.
En una ocasión, este jovencito, creyendo que podía hacerlo solo, sin la compañía de su padre, le dijo que estaba lo suficientemente grande para ir solo, así que le mencionó a su padre, "desde mañana iré solo en el tren y todo andará bien, no te preocupes por mí"
Así que su padre lo acompañó a la estación y antes de subir le dijo, te dejé un papel en tu mochila y solo léela en caso de estar en problemas. "De acuerdo", dijo el hijo, e inició su viaje.
Al principio, todo bien, iba disfrutando de su primer viaje solo, pero al cabo de un rato, empezó a sentir algo de temor y miró a su alrededor y por supuesto no estaba su padre allí a su lado, que le daba confianza y seguridad. Así que cuando el miedo se apoderó de él, acudió al papel que le dijo su padre estaba en su mochila, pensando qué le habría escrito su padre, así que abrió rápidamente y se encontró con este mensaje: "En caso de algún problema, estoy en el último vagón".
Se imaginarán, el alma volvió al cuerpo de este chico y pudo continuar su viaje, sabiendo, ahora que su padre estaba cerca y en el mismo tren.
Y mi amigo, esto nos pasa a cada uno en el tránsito de la vida.
Vamos en algún tiempo tomados de Papá Dios.
Y en algún momento creemos que somos grandes como para largarnos de su mano y andar solos. Pero no podremos ir lejos así, sin Cristo con nosotros, quién, Igual que este padre, te dice, “estoy en el mismo vagón, contigo, nunca te solté”.
Este es el Padre que tenemos y nos dice a cada rato: "tranquilo, estoy cerca tuyo".
Él viaja contigo, cuando le das su lugar en ti.
Sólo dile: “ven Señor habita en mí, te recibo como mi Salvador y Señor, perdón por mis pecados, me arrepiento de ellos”
Y desde ese momento, nunca más estarás solo, será tu Padre por siempre.
Él viajará en el tren de tu vida.
Dios te bendiga.
José Quiroga
