La palabra de Dios dice en Job 1.20: “Al oír esto, se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración”.
Job luego de escuchar que había perdido sus bienes y también a sus hijos, cayó rendido ante Dios en una postura de adoración. No permitió que su situación limitara su capacidad de adorar.

No dejemos que lo que enfrentamos nos robe nuestra adoración, nuestra canción para Dios, no bajes el volumen.
¡Que el volumen de tu adoración sea más alto que el volumen de tu dificultad!

Los tiempos difíciles no son el momento para bajar el volumen de nuestra adoración, al contrario, llena tu casa de adoración, de palabras que te recuerden quién es Dios y sus promesas.
Enfócate en el trono de la gracia, deposita tu fe en la grandeza y poder de su majestad.
Enfoquémonos en bendecir a Dios siempre, ofrezcamos sacrificios de alabanza, frutos de labios que confiesen su nombre. Porque de Él viene nuestro socorro, nuestra ayuda en la dificultad.
Como Job, mantengamos siempre una actitud de adoración, postrándonos ante Dios, no necesariamente en forma física, pero sí con el corazón.

Reconociendo que: “nada soy, del polvo vine y al polvo volveré, todo lo que tengo es Tuyo, te pertenezco”. Por eso en el peor momento de su vida adoró, reconoció que al Señor debemos adorar en tiempos buenos y malos.
Que el volumen de tu adoración se mantenga alto en cualquier situación.
Pra. Alicia Neumann Centro Cristiano Puerta Abierta Sáenz Peña, Chaco, Argentina