Según el apóstol Pedro, tenemos dones para Su gloria. El objetivo de sus habilidades y talentos es hacer que otras personas piensen en Dios y digan «¡guau!», «Ponga cada uno al servicio de los demás el don que haya recibido... para que Dios sea glorificado en todo por medio de Jesucristo» (1 Pedro 4:10,11). Fíjese en la expresión «en todo». Cualquiera que sea su don, el propósito es la alabanza a nuestro Señor, porque cuando usamos Su don, la gente vislumbra a Dios.

Cuando nuestra sonrisa y cálida bienvenida hacen que un invitado en la iglesia se sienta como en casa, permitimos que se vislumbre la bondad de Dios. Cuando sus palabras animan, enseñan y mantienen a sus hijos en el camino correcto, dejamos vislumbrar la sabiduría paternal de Dios. Cuando trabajamos duro, terminamos el proyecto y nos negamos a rendirnos a pesar de los obstáculos, permitimos vislumbrar al Salvador que fijó sus ojos en la cruz y no se dio por vencido hasta que exclamó: «¡consumado es!»
Reflexionemos acerca de los dones; al potenciarlos otras personas vislumbrar lo asombroso que es nuestro Dios. ¡¡¡Cuan glorioso es nuestro Salvador!!!!
Porque la gloria de Dios es el objetivo de todo don.