Pasan los años y el sexo sigue siendo un tema tabú en las iglesias. Todos sabemos que ocupa un lugar de suma importancia en nuestras vidas; sin embargo, no se habla y, lo que es peor, no se enseña en nuestras congregaciones. La conclusión siempre fue la misma: existe demasiada ignorancia sobre la sexualidad. Y ese desconocimiento, lejos de producir el disfrute para el que Dios la creó, termina generando problemas de todo tipo.