La realidad es que no empezaremos a orar por si solos, si no nos determinamos a orar estableciendo un tiempo y un momento específico para hacerlo. Muchas veces Dios ya tiene la respuesta a nuestra pregunta, pero no nos la puede dar porque ni tú ni estamos buscándolo en intimidad.
Además dijo que podemos ayunar, ¡el ayuno es tan poderoso y eficaz! El ayuno abre las puertas del cielo y también las puertas de nuestros corazones para escuchar lo que Dios está hablando. El ayuno es un clamor desesperado de nuestra alma por Jesús. Sin embargo, es algo que cada vez lo estamos haciendo menos y menos.
Y, finalmente, Jesús nos enseñó sobre no tener otro tesoro más valioso que el Reino de Dios. Nos enseñó a siempre fijar nuestros ojos en Cristo y en nuestra eterna morada. Nos enseña a no preocuparnos por esta tierra y por las cosas de esta vida, sino más bien, a ocuparnos dando, orando, ayunando, leyendo su Palabra y buscando de Él para priorizarlo en nuestras vidas. De esta manera estamos buscando primeramente Su Reino y Su justicia, y dándole el primer lugar a Dios.
Todos tenemos un deseo dentro nuestro de ser amados. Esto está grabado en nuestra naturaleza de seres humanos. Nos gusta que otras personas nos presten atención, nos valoren y nos prioricen.
Se siente muy bien cuando alguien te prioriza y te valora. La razón por la cual nos gusta que nos prioricen y nos valoren es porque fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y esto es algo que a Dios le enamora: cuando alguien decide voluntariamente ponerlo primero a Él en su vida y honrarlo.
Muchas veces nos olvidamos de que Dios también tiene emociones, gustos y deseos. Y uno de los deseos más grandes de su corazón es que un hijo/a suyo lo priorice y le dé lo mejor de su vida. Dios ama cuando alguien derrama el perfume de su corazón y le entrega todo.
Al priorizar a Dios, todo lo cambia.