Milei, Trump y El Señor de los Señores

Estaba escuchando al presidente argentino Javier Milei contando que, en este breve año de mandato, tuvo encuentros y charlas con muchos presidentes del mundo. Yo advertí un dejo de orgullo en nuestro presidente al contar que él tenía acceso a los grandes líderes del planeta.

 

No dudo que son importantes esos contactos. Poder hablar con personas influyentes puede cambiar el curso de un país. Pero ¿se puso a pensar usted que nosotros, simples ciudadanos, tenemos agenda abierta y tiempo ilimitado para entrevistarnos con el más poderoso que existe: Dios, el Rey de Reyes y Señor de Señores? ¿Y qué hacemos con ese privilegio?.
 
Si un líder mundial como el presidente de Estados Unidos o cualquier otra figura influyente ofreciera tiempo para una reunión, ¡nadie en su sano juicio se atrevería a faltar a esa cita! Sería un acto de desprecio, una falta de respeto. Sin embargo, lo mismo sucede con frecuencia en nuestra relación con Dios: Él siempre está disponible para nosotros, pero lo dejamos plantado.
 
 
Dios nos dice claramente en Su Palabra: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).
 
Este versículo no solo es una invitación, sino una promesa. Dios nos escucha y nos responde. A diferencia de los grandes líderes de la tierra, que imponen barreras y condiciones para acceder a ellos, el Creador del universo está siempre atento, esperando que nos acerquemos a Él en oración.
 
 
¿Cuántas veces decimos: "Hoy no tengo tiempo para orar"? Nos justificamos con nuestras agendas ocupadas, compromisos laborales y responsabilidades familiares. Pero, en verdad, siempre encontramos tiempo para lo que consideramos importante.
 
Si reconocemos que la oración es un diálogo directo con Dios, deberíamos darle la prioridad más alta en nuestra vida diaria. Jesús mismo nos dio el ejemplo:
“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).
 
Jesús, el Hijo de Dios, buscaba tiempo para estar con el Padre. Si Él lo hacía, ¡cuánto más deberíamos hacerlo nosotros!
 
Cuando pensamos en "plantar" a Dios, recordemos que Su invitación está abierta de manera permanente. Él nunca nos niega Su tiempo ni Su presencia. La Biblia nos dice: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8).
 
Es un llamado sencillo pero poderoso. La distancia entre nosotros y Dios no es culpa Suya; somos nosotros quienes nos alejamos.
 
¿Qué hubiese pasado si Donald Trump se hubiese dispuesto para compartir con Milei y este no hubiese asistido a la cita? Sin duda, habría sido un escándalo.
 
Pero ¿no pasa eso con nuestras citas con Dios? Cuando dejamos la Biblia cerrada y el tiempo de oración abandonado, estamos dejando plantado al Rey de Reyes, al más poderoso que existe.
 
No dejemos pasar este increíble privilegio.
 
 
Dios está disponible a toda hora, no importa el día ni el lugar. Él está esperando que lo busquemos y nos acerquemos a Su presencia. Como dice el Salmo 145:18: “Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.”
 
Hoy mismo, hagamos una pausa y respondamos a Su invitación. Porque una cita con Dios puede cambiarlo todo.
 
 
Marcelo Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.