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Tu sufrimiento, en Dios, te dará la victoria

Resulta tremendamente doloroso descubrir que aquellas personas a quienes ayudamos tanto, nos abofeteen y nos desprecien.
 
A un pastor, tres de sus “mejores” discípulos le iniciaron un juicio que casi lo deja en la ruina. “Fueron los hermanos en los que invertí más horas para ayudarlos a crecer”, dijo el pastor.
 
Es muy penoso que los de nuestra propia casa se conviertan en feroces oponentes. Tengo un amigo que desde el día en que aceptó a Cristo sus padres rompieron toda relación con él y con su hijos, o sea los nietos. Es muy lamentable que sencillamente por abrazar la fe, nos quiten la amistad y nos critiquen duramente. Y nos tilden de locos, de fanáticos religiosos.
 
No se puede comprender que por no aceptar más el pecado y la oscura forma de vivir que teníamos antes nos dejen solos.
 
 
Cristo sufrió como nadie la ingratitud de los suyos, de quienes hubiese esperado que le abriesen los brazos, pero “esos no le recibieron”. Padeció la incomprensión y lloró mucho por ello. Fue profundamente humillado. Y escupido. Y crucificado. Y en la cruz se quedó solo.
 
Dice Isaías 53:3 "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos".
 
 
Desde ese día, millones le seguimos y le creemos. Y sufrimos con él....
 
Y en ese sufrimiento, incomprensiblemente, tenemos victoria.
 
 
Por Marcelo Laffitte

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