¿Pero en qué consiste este ejercicio tan importante DE LA RENOVACIÓN de la mente que sigue siendo tan poco entendible para una gran cantidad de creyentes?
Trataré de explicarlo con palabras sencillas.
Nosotros vamos madurando día tras día. Eso quiere decir que lo que leímos de la Biblia el año pasado lo entendimos con mucha menos “carga” de sabiduría que la que tenemos hoy. Será entonces necesario volver a leer lo mismo porque sin duda le sacaremos mucho más “jugo” y eso irá renovando nuestra mente.
Notaremos también que textos que hasta hace poco nos parecían oscuros y difíciles de entender, ahora, leídos después de un tiempo, después de haber madurado, estallan en nuestro conocimiento con más riqueza. Y nos renuevan. Y nos bendicen.
Renovar la mente en la vida cotidiana es muy bueno. Antes, por ejemplo, pensábamos: “Si pierdo el trabajo no podré pagar el alquiler (la renta) y me desalojarán, y quedaré en la calle con mis hijos…” Una mente renovada en la fe piensa, ante el mismo caso: “Si se me cierra una puerta, Dios me abrirá otra, porque él prometió no abandonarme”.
Otro ejemplo: Cuando alguien tenía discusiones con su pareja pensaba: “Esto no va más. Esto no tiene retorno. Debo divorciarme”. Ahora, con más madurez y la mente renovada, piensa: “No dudo que esto será pasajero, Dios nos dará la salida si se lo entregamos a él, oraremos juntos y saldremos adelante porque el consejo del Señor es “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).
Antes, mi vieja mente pensaba: “No soporto a Raúl, es muy odioso” Hoy pienso: “¿Qué dolor interno tendrá Raúl para impulsarlo a ser como es? ¿Cómo podría ayudarlo? Porque el Señor nos enseña, en 1 Pedro 4:8, que el amor cubrirá multitud de pecados”.
Sigamos leyendo la Biblia cada día (fundamental) y abandonando, decididamente, la forma de pensar del mundo que traíamos de nuestra antigua vida. Y a medida que renovemos nuestra mente con nuevas verdades que vayamos entendiendo, nuevos principios y nuevas conductas enriquecerán nuestra vida.
Por Marcelo Laffitte