Elegí el mejor terreno:
el agricultor no va tirando por la calle, en las zanjas, las semillas
. Cuidadosamente elige el terreno. El casino es un terreno, el shopping es un terreno… ¡Pero el Reino de Dios es tu mejor terreno porque quien produce tu cosecha ahí es el DUEÑO DEL ORO Y LA PLATA!

Decidí en tu corazón:
orar para dar es clave. Buscar la guía del Espíritu Santo y prepará tu corazón porque lo que Dios mira es tu interior. Cuando vas a disponer un monto de dinero, hacelo en oración y obedecé. No des lugar al diablo con sus dudas, acusaciones o engaños.
Ponete de acuerdo con tu pareja:
con la persona con quien vas a sembrar. No deben dar de mala gana ni bajo presión. Estar de acuerdo no es pensar igual, sino morir a nosotros mismos buscando que Dios sea exaltado más allá de nuestra voluntad.
Cuidá la semilla sembrada:
regá tus semillas con oración para que crezcan y den frutos. DIOS ES QUIEN DÁ EL CRECIMIENTO, pero vos sos quien debe pedirlo con fe.
No mates tu semilla con críticas, quejas o palabras negativas ¡Proclamá tu milagro, no tu realidad! Tenes autoridad en tu lengua para crear y para destruir, para dar vida a tu milagro o para dar muerte a tu semilla.
“La muerte y la vida están en poder de la lengua”. Si siembras para que la paz de Dios repose en tu hogar, en la primer discusión no digas “yo sabía que no iba a cambiar, siempre lo mismo!” (Proverbios 18:21 | RV60)
Permanecé:
un agricultor no cosecha al día siguiente. Perseverá orando y buscando a Dios por quien es El, no por lo que puede darte.
¡Eso va a provocar que aumente tu fe en Dios, y no en la siembra!

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