Dios no nos ama por lo que hacemos…

Muchas personas, en las iglesias, se torturan pensando que Dios no está feliz con ellas porque no saben predicar, porque saben muy poco de la Biblia, y porque no hacen nada de importancia en la congregación… Se sienten mediocres y al compararse todo el tiempo con otros se ven como insignificantes.

A ese tipo de personas quiero ayudar hoy con esta columna. La verdad central que deseo dejar grabada es esta: No mida su vida espiritual por lo que hace o lo que no hace. ¡Siéntase feliz y en paz POR LO QUE USTED ES! Usted es una persona que fue hecha justa porque Dios nos hizo justos al perdonarnos.

En Efesios 6: 11-20 vemos la armadura que el Señor nos ha dado y lo primero que dice es: “Revestíos con la coraza de justicia”. Otra versión lo expresa así: “Vístanse con la coraza de la aprobación de Dios”.


Usted no tendrá gozo si tiene vergüenza y culpa y se sigue viendo como una persona inútil y despreciable. Deje ya de declarar mentiras sobre su vida. Deje de repetirse: “No soy espiritual”, no se predicar, no tengo santidad, no tengo conocimiento como los demás”. Cuando usted hace eso está menospreciando todo lo que Jesús hizo por usted.

Quizás ninguno de nosotros esté en el nivel en que debería estar, pero una cosa sabemos: que ya no estamos en el nivel en que nos encontrábamos cuando Cristo llegó a nuestras vidas.

Créalo y repítase: “¡Soy una persona perdonada por Cristo y muy amada por Dios!”. “¡Dios me ha ungido, me ha bendecido y me ha llenado con el Espíritu Santo!”

¡Allí está nuestro valor, en que somos sus hijos… ¡No en lo que hacemos!

Traslade esto a la vida real: Si su hijo o hija comete errores, tiene defectos, a veces le desobedece y mete la pata a cada momento, usted no deja de quererlo, porque nada de eso le quita su condición de hijo querido. (Repasen por favor la Palabra y van a comprobar que en Gálatas, Efesios y Colosenses están todas estas verdades).

Termino insistiendo con esta verdad clave del Evangelio: Es un error querer ganar la simpatía y el amor de Dios haciendo cosas. Se equivocan los que se sienten felices por lo que hacen. Hay que sentirse felices por lo que Dios hizo en nosotros.

Hasta que usted no empiece a sentirse bien por lo que Cristo hizo en usted, no tendrá gozo ni libertad.

Antes usted era una persona pecadora. Ya no lo es más porque la sangre de Cristo la limpió. Antes usted estaba condenada. Ahora se aseguró la vida eterna junto a Dios. Antes, cuando no entendía, necesitaba demostrar que hacía cosas para agradar a la gente. Ahora le agrada a Dios por solo creer todo lo que Él hizo.

Por Marcelo Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.