Para graficar la carne y el espíritu yo uso el ejemplo de dos perros que, imaginariamente, todos los cristianos tenemos adentro.
Uno es negro y representa la carne y el otro es blanco y simboliza el espíritu. El ejemplo es imaginario pero la aplicación es muy realista.
De acuerdo a quién alimentemos más, ese prevalecerá. Si uno de los dos crece, el otro forzosamente deberá achicarse.
Si uno lleva una vida de integridad, lee la Biblia, pasa tiempo con el Señor y es generoso, por citar unos pocos ejemplos de una vida limpia y espiritual, el que come es el perro blanco. Si uno frecuenta malas compañías, no domina su boca y anda haciendo trampas por la vida, el que crece es el perro negro.
Qué tipo de comida escogemos es tarea exclusivamente nuestra. Pero debemos saber que esa elección no es neutra ni inocente: si alimentamos al blanco habrá resultados y si atendemos al negro habrá consecuencias.
Una vida de paz o de sobresaltos. Uno elige.
Por Marcelo Laffitte