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¿Eres águila o perdiz?

El enemigo de nuestras almas está a punto de asestarnos un golpe fatal: lograr que los creyentes dejen de leer la Biblia. Y la realidad nos indica que está muy cerca de conseguirlo. Si lo logra, seremos un pueblo sin brújula.

Si se pudiese hacer una medición seria, se comprobaría que la gran mayoría la lee una o dos veces por semana. Pero quizás sea peor el caso de quienes la leen “aceleradamente” cada mañana. Como si el objetivo fuese calmar la conciencia o poder decir: “hoy leí algo”.

¿Perdemos la salvación por no leer la Biblia? No. Porque la salvación es por fe. Pero nos quedaremos como “bonsái” espirituales y Dios no nos podrá usar en todo nuestro potencial.

Un cristiano que no lee cada día la Palabra meditándola reposadamente, es igual a un futbolista que no asiste a los entrenamientos. Podrá jugar, pero estará muy lejos de su máximo nivel. Dios nos podrá usar, pero no como águilas que vuelan alto, sino como perdices, que se desplazan al ras del piso.

Leer a las apuradas sirve de poco. Porque Dios no entrega sus tesoros a los que recorren su Palabra mirando el reloj a cada rato. La Sagrada Escritura no se revela a gente llena de prisa. Es demasiado importante para que le faltemos el respeto de esa manera. Dios, lo que quiere, es que crucemos lo playo, lo de poca hondura, y nos sumerjamos en la profundidad de su sabiduría. Y para ingresar a las profundidades de sus Verdades se precisa leer con todos los sentidos, volver a leer y terminar meditando y tratando de convertir ese conocimiento en vida.

Es una pena decirlo, pera hace falta: los jóvenes casi no leen la Palabra. Están atrapados por la pantallita de las redes. Sus mentes han sido hechizadas por los teléfonos. Ellos tienen que saber que si no leen se están suicidando espiritualmente. Ellos serán los pastores de nuestras iglesias dentro de 20 años. ¿Serán congregaciones lideradas por analfabetos bíblicos? ¿Se abrirá una nueva era de pastores emocionales?

Estamos a tiempo de revertir esta situación. El cambio global comienza en cada uno de nosotros. No es un tema menor. Sin conocimiento la fe tiene poco sentido.

Lo hermoso, yo le llamo el “punto caramelo” de un lector de la Biblia, es cuando llega a conocer de tal manera las Escrituras que cada una de las pruebas que le va presentando la vida lo impulsa, casi automáticamente, a encontrar la solución que encierra la Palabra. Porque, como todos sabemos y creemos, este Libro sagrado tiene una respuesta a cada problema que se cruce en nuestro camino.

Una vez di un ejemplo sobre esto. Hilda me comentó un día que estaba preocupada por algo que podía llegar a sucedernos dentro de dos o tres años.

¿Sabes lo que dice la Biblia sobre esa preocupación? Le comenté. Dice: “Baste a cada día con su propio afán, porque cada día traerá su propio mal” (Mateo 6:34).

El consejo era: “No le pidas prestados problemas al futuro, ya son suficientes los de la actualidad. Cuando llegue ese problema lo atenderemos a su tiempo…si es que llega finalmente”.

Si usted, con toda honestidad reconoce “Yo soy uno de los que ha dejado de leer la Biblia", sepa, pues, que los hijos de Dios siempre podemos comenzar de nuevo.

Por Marcelo Lafftitte

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