Él fue ejemplo de una fe constante, aunque el tiempo de la promesa se extendía. No sólo creyó sino que perseveró en el creer, permaneciendo en Dios.

Permaneció creyendo por años cuando los hechos le decían lo contrario, años pasaron entre el día en que David fue ungido como rey y el día que llegó a ser rey.
Pero su fe se mantuvo firme aun en momentos difíciles, como cuando fue perseguido viviendo en lugares desiertos, donde faltaba el agua, escondido, con peligros de muerte. Perseveró allí en medio del desierto y Dios le dio gracia, ríos brotaron y manantiales, Dios hizo camino nuevo.
