Dominio propio: el preciado fruto del millón de dólares

Cuando leo algunos textos del Libro Sagrado, la Biblia, no puedo evitar de pensar en el trabajo del autor, Dios mismo, para lograr atrapar nuestra atención. Es que algunas son recomendaciones tan importantes, tan sensibles, que no quiere cometer el error de que sean leídas como un texto más. Y debe apelar a comparaciones muy precisas y llamativas.

Un caso concreto es Proverbios 16:32: “Es mejor ser pacientes que poderosos; mejor es dominarse a uno mismo que conquistar una ciudad”.

Hay un libro muy difundido en el mundo cuyo autor interpretó plenamente esta comparación del Señor. Se llama “La inteligencia emocional”, de Daniel Goleman. Permítanme decirles en mis palabras lo que yo considero el corazón de esta obra magistral.

Allí se afirma que las personas más exitosas de la tierra no son las que poseen más dinero; ni tampoco las que acumulan más poder; ni las más inteligentes; ni siquiera las que tienen más títulos adornando una pared; ni las más carismáticas y atractivas. Lo que allí se afirma es que esas personas son las que tienen DOMINIO PROPIO.

¿Tan importante es el dominio propio? ¡SÍ, LO ES!

Permítanme ensayar algunas paráfrasis que se me ocurren ahora basándome en Proverbios 16:32: “Es mucho mejor no levantarle la mano a una mujer, que ganar cien millones de dólares”.

O esta otra: “Es preferible tener el concepto de que a una mujer no se la puede tocar ni con una pluma, que ser dueño de la empresa más próspera de la tierra”.

O esta tercera: “Es mucho mejor no provocarle una sola gota de sangre a un hijo porque se portó mal, que tener todos los poderes del planeta”.

Y pensar que muy frecuentemente los diarios nos informan que hay padres (¡¡¡Padres!!!) que terminaron enviando a un hijito de tres años al hospital ¡por llorar en la noche y no dejarlos dormir! Y otros, por el mismo motivo, les quitaron la vida.

Si Dios comparó el autocontrol, con un logro tan significativo como lo es la conquista de una ciudad, significa que perder los estribos es algo extremadamente grave y que dominar los impulsos de la carne, es una virtud que nos ahorrará muchas lágrimas y llenará de paz los hogares.

 

Según Gálatas 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. o parafraseado: "El fruto del Espíritu que vive en nosotros incluye la semilla del dominio propio".

Ya mismo pongámonos a la tarea de hacerla germinar…

…porque si nos quedamos con los millones y sin que ella germine, nuestra vida (y la de quienes nos rodean) será un tormento.

Por Marcelo Laffitte

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