×

Advertencia

JUser: :_load: No se ha podido cargar al usuario con 'ID': 43

Dios interviene, sana y libera

A veces una cosa mal hecha, una mentira que se mantiene oculta o un pecado no confesado impide el obrar del Espíritu Santo en nuestras vidas y, por lo tanto, su prosperidad completa. Pero al volvernos a Dios, de todo nuestro corazón, el sanará todo lo que estaba mal y viviremos la plenitud prometida.

2 Reyes 2:19-22 ”La ciudad tiene una buena situación, pero el agua es mala y la tierra estéril. “Tráiganme un tazón nuevo, con sal”, respondió Eliseo. Fue hasta el manantial diciendo: “Así dice el Señor: “Yo he purificado esta agua, y nunca más causará muerte ni hará estéril la tierra.”

Aquella ciudad tenía todo para prosperar, pero por causa de una maldición era improductiva. La intervención de un hombre de Dios la restauró.

Una vida y familia, o una ciudad y nación, también arrastran maldiciones que no les permiten prosperar. Jesús vino para deshacer toda obra del diablo y para que tengas la libertad para desarrollar plenamente el potencial con que fuiste creado.

Orá así: Padre Dios, reconozco que lo que emprendo, no prospera. Perdoná mis pecados, rompé toda maldición en mi vida y dame tu bendición. Saná también mi ciudad y nación. En el Nombre de Jesús, amén.

¡Bendecido Lunes!

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.