Salmos 91:2-3 Diré yo al Señor: “¡Refugio mío y castillo mío, mi Dios en quien confío!”. Porque él te librará de la trampa del cazador y de la peste destructora.

Una cosa es “pensar” que Dios puede hacer algo por vos, y otra es creerlo, decirlo, experimentarlo en fe como si ya lo tuvieras.

Así lo expresó el salmista al decirle al Señor que Él era su refugio, en quien confiaba plenamente y lo libraría hasta de las peores pestes.

Decláralo también en oración y será hecho.

Orá así: Padre Dios declaro que me librarás de toda aflicción y alcanzaré en tus fuerzas cada sueño. En el Nombre de Jesús, amén.
¡Bendecido Jueves!