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Extiende tu mano al necesitado

El ponerse en el lugar del otro, entender su sufrimiento y poder ayudarlos, es parte de lo que Jesús nos enseña con su vida. El compartir con el que tiene hambre y con el que recién se instala en tu país es parte del corazón de Dios, que se conduele con aquel que sufre. Somos afortunados si lo hacemos, porque nos asemejamos a quien nos creó.

La palabra de Dios dice en Levítico 19:9-10 “Cuando recojas las cosechas de tu tierra, no siegues el grano en las orillas de tus campos ni levantes lo que caiga de los segadores. Harás lo mismo con la cosecha de la uva, no cortes hasta el último racimo de las vides ni recojas las uvas que caigan al suelo. Déjalas para los pobres y para los extranjeros que viven entre ustedes. Yo soy el Señor tu Dios”.

Este es un principio espiritual universal que, si decides aplicarlo, no faltará nada en tu casa y tu economía será cada vez más fructífera.

Extiende siempre tu mano al necesitado, no discrimines y ayuda al extranjero, y Dios se ocupará de que tu cosecha sea cada vez más abundante.

Ora así: Padre Dios, gracias por suplir cada día mis necesidades. Decido compartir con quien necesita aplicando tus principios. En el Nombre de Jesús, amén.

¡Bendecido Jueves!

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