Por esos días estaba en Buenos Aires, mi amigo Edgardo Silvoso, presidente de “Evangelismo de Cosecha”, con una delegación de unos cincuenta pastores chinos y norteamericanos. Le conté mi proyecto y él sí que me alentó. “¡Es una iniciativa fabulosa!¡Hace falta un periódico así!”, me dijo y mi corazón se aceleró. Me ofreció reunir a toda la delegación en el hotel y me sugirió que les contara mi proyecto.
En un momento me sentí una estrella del rock cuando me ubiqué en el centro para contarles, porque todos los chinos y casi todos los norteamericanos activaron sus cámaras de foto. Edgardo Silvoso dio una semblanza muy positiva de mi al presentarme. Yo tenía muy en claro mi proyecto y lo desgrané con detalles. Hasta les dije: “Debajo del título del periódico quiero colocar este versículo: Para examinarlo todo y retener lo bueno”.
Recibí muchas palabras de aliento al terminar, pero uno de ellos, un empresario fabricante de aparatos de aire acondicionado de California me preguntó: “¿Cuánto necesita de dinero para comenzar?”. “Con no muchos miles de dólares podría comenzar y tengo fe que luego nos auto sostendremos”, respondí.
Inmediatamente me extendió un cheque por ese valor. “Gracias Señor por tu fidelidad, dije para mis adentros”. ¿Por qué lo hizo?, le pregunté al empresario. Su respuesta me conmovió: “Dos veces en mi vida escuché la voz audible del Señor, una vez, como misionero en Bolivia y ahora. Dios acaba de decirme: “Debes ayudar a este muchacho”.
A los tres años del lanzamiento de El Puente volvió a visitarnos este empresario y nos encontró en pleno crecimiento. “Evidentemente fue Dios el que me habló de ayudarlos”, expresó satisfecho.
Por Marcelo Laffitte