Mantuvo el gozo en la tormenta

Mientras yo aguardaba el momento de hablar en una congregación del interior argentino, el pastor convocó: “Hagan una fila los que van a contar, en no más de dos minutos, lo que Dios hizo por ustedes la semana pasada”.

Me asombró que, rápidamente, se armó una larga fila hasta la puerta de calle. “Tienen dos minutos cada uno. Sean breves por favor.” remarcó el pastor.

“¿Recuerdan que yo siempre les pedía que oraran por mi para quedar embarazada?”, dijo la primera en pasar, una muchacha de unos 30 años. “Hoy quiero contarles que, aunque la ciencia dijo “no”, el Señor dijo “Sí”.

Medio minuto y se bajó de la plataforma.

El próximo fue un muchacho muy humilde: “Dios hizo un milagro: yo estoy construyendo mi casita y no me alcanzaba para el techo, pero un vecino que hizo una loza me regaló las chapas usadas y no debí gastar un peso…no dudo que lo tocó el Señor” ·

Yo escuchaba y me llenaba de gozo. Era el Cuerpo ministrando al Cuerpo. Pero mis ojos se clavaron en un joven de unos 40 años que dijo: “Me despidieron de la empresa Acindar, tengo cinco hijos, cada día oro con fe y salgo a buscar trabajo y no encuentro nada…pero sin embargo esta semana pasada tuve mucho gozo. Eso es lo que hizo el Señor… No lo entiendo”, remató.

Desde mi lugar me respondí a mi mismo: “Yo sé porque tienes gozo: porque estás lleno de Dios. Y las personas plenas del Espíritu tienen la capacidad de sobrevolar sobre las circunstancias…y de sonreír porque han entendido el significado profundo de la oración con fe: es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve…”

Santiago 1: 5 dice "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna".

Esa sonrisa surgía porque no dudaba que lo que estaba buscando ya venía en camino. Y porque ya veía su nuevo trabajo con los ojos del espíritu. ¡Eso es fe!

Sin fe nada es posible, con ella, nada es imposible.

Por Marcelo Laffitte

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