El cuaderno está dividido en varias columnas. La primera de la izquierda es para colocar la fecha del pedido. La segunda, más amplia, es para escribir el motivo de oración. La tercera registra la fecha de la respuesta del Señor, y la cuarta está reservada para colocar: “¡Gracias!” o también “Gracias por el NO”. (Porque cuando Dios nos cerró la puerta de algún proyecto o deseo, en el momento nos frustramos y hasta nos enojamos un poco. Pero luego comprobamos que ese NO era la mejor respuesta).

En ese cuaderno hay pedidos de ayuda por “cositas pequeñas”, casi frívolas (porque Dios se ocupa de todo), y otras graves o de suma importancia.
Una de ellas dice así: “Señor, ¿qué hacemos con nuestra perrita Carola?”. Nos estábamos mudando a Buenos Aires y el Señor nos indicó que debíamos regalarla antes de partir de San Nicolás. Tarea tremendamente dolorosa, de la que yo me encargué.
Otro pedido expresa: “Guíanos para saber si tenemos que operar a Mariví ”. Nuestra hija tenía un serio problema en el corazón; algunos médicos indicaban que debían hacerle una “cirugía ya”, y otros que había que esperar.
Dios nos guió a esperar como 15 años y todo fue un éxito. Allí aprendí que en medicina no hay verdades, hay opiniones. Ante un mismo caso, un profesional dice “blanco” y otro se inclina por el “negro”. Orar a Jesús fue siempre para nosotros la última palabra.

Ese cuaderno tiene muchas ventajas:
1º.- Nos permite recordar todas las respuestas que Dios nos ha dado, porque pasa el tiempo y uno se olvida de las enormes bendiciones que recibe de él.
2º.- Nos permite cumplir realmente con aquellos hermanos a los que les prometemos orar por lo que los angustia. Muchas veces decimos “te vamos a acompañar en oración” y luego nos olvidamos.
3º.- Ese cuaderno se ha convertido es un verdadero documento de la fidelidad de nuestro buen Dios, porque más del 80 por ciento de las peticiones fueron respondidas. Y de eso también nos olvidamos.

Todavía esperamos por el otro 20 por ciento, porque Dios da tres respuestas: “SI”, “NO” y “ESPERA”.
Pero lo más interesante de todo es que cada vez que le hemos pedido a Dios que se manifieste a nosotros con su mano sanadora, con su cálido consuelo o con su guía tan llena de sabiduría, Él nunca llegó tarde.
Por Marcelo Laffitte