No dejes que el desánimo se quede

El famoso estadista inglés Winston Churchill dijo una frase memorable: “El éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Es decir, el verdadero triunfo consiste en seguir intentando, sin rendirse, a pesar de las caídas.

Si deseas alcanzar logros sin cruzarte nunca con el desánimo o el fracaso, estás persiguiendo una utopía. Tarde o temprano, ambos tocarán a tu puerta. Pero lo importante no es evitarlos, sino aprender a enfrentarlos.

He tenido que mirar al desánimo cara a cara en más de una oportunidad. Y sí, confieso que perdí algunas batallas, pero no la guerra.

Mis padres soñaban con verme convertido en médico, y durante tres años lo intenté. Sin embargo, fracasé en ese camino porque la vocación de periodista ardía más fuerte en mi corazón.

Cuando me convocaron para formar parte del extraordinario equipo evangelístico liderado por Luis Palau, algo inesperado ocurrió: en lugar de sentirme feliz, el desánimo me invadió. Le dije a Hilda con profunda tristeza: “Nada de lo que he hecho hasta ahora ha tenido valor. No creo poder estar a la altura de semejante equipo”.
Esa noche, Hilda me dejó una nota sobre la almohada. En ella me recordaba cada uno de los logros y bendiciones que Dios había puesto en mi vida. ¡Qué importante es contar con personas que nos animen en los momentos oscuros!

David, el joven pastor de ovejas, se enfrentó a su propio desánimo antes de luchar contra Goliat. Nadie lo alentó. Ni siquiera el rey Saúl creyó en él: “No podrás tú ir contra aquel filisteo para pelear con él, porque tú eres un muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud” (1 Samuel 17:33). Pero David no permitió que esas palabras lo paralizaran. Le recordó las victorias que Dios le había dado en el pasado y se fortaleció en ellas: “Cuando un león o un oso venía y tomaba algún cordero de la manada, yo lo atacaba y lo hería para rescatarlo” (1 Samuel 17:34-35).

Cuando Dios puso en mi corazón fundar un diario que reflejara todo lo que Dios estaba haciendo en Argentina, decidí buscar el consejo de varios líderes. De los diez a los que consulté, nueve me desanimaron rotundamente: “Ni pienses que un periódico que difunda noticias de pentecostales y no pentecostales pueda funcionar”, me vociferaron sin anestesia. Los muros del sectarismo y los celos denominacionales eran penosamente muy altos. Solo uno de los consultados, Edgardo Silvoso, me animó y me ayudó a abrir las puertas necesarias para concretar el proyecto. Aquel periódico fue un tremendo éxito y una inolvidable bendición para todo el país.

Cuando tengas la seguridad que Dios te inspira en un proyecto, escucha solo su voz. No permitas que el desánimo te susurre: “No avances”. Tampoco escuches al fracaso que grita: “Ni lo intentes”.

Escucha a Dios, quien te dirá:
“¡Sigue adelante! No te rindas, porque Yo estaré contigo”.
“Esfuérzate y sé valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Josué 1:9).
“Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; levantarán alas como las águilas, correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán” (Isaías 40:31).

El desánimo puede visitarte, pero no debe quedarse. Recuerda esto: el desánimo es temporal, pero las promesas de Dios son eternas. Levántate, sacúdete el polvo y sigue avanzando. Dios no te ha llamado para quedarte a mitad de camino, sino para llegar a la meta en todas las cosas que él te inspire.

Por Marcelo Laffitte

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