Reconoce tu necesidad y... pide..

La palabra “humilde” está escrita varias veces en la Biblia. ¿Y sabe usted qué quiere decir en griego esa palabra? Significa “mendigo”, “limosnero”. ¿Y qué es un mendigo?, me pregunté. Un mendigo es alguien que reconoce que necesita y pide.

Muchas veces los cristianos, bloqueados por el orgullo, somos incapaces de pedir a otro hermano que ore por nosotros porque no andamos bien... El orgullo -que es la cara contraria de la humildad- nos induce a no mostrar ninguna de nuestras debilidades. “No muestres tus puntos flacos”, dicta el orgullo. “Muéstrate tal cual sos”, clama la humildad.

Y nos equivocamos cada vez que nos empeñamos en mostrar la faceta exitosa de nuestra personalidad, porque el Señor en su Palabra dice: “Mi poder se perfecciona en tu debilidad...”

 

Esto quiere decir que cada vez que nosotros tenemos la grandeza de reconocer nuestra pequeñez; cada vez que tenemos la humildad de pronunciar la frase: “Esto no lo sé.”; o “perdón, me equivoqué”, cada vez que abramos las puertas de nuestro ser para mostrarnos sin caretas ni fingimientos, nos convertiremos en canales por donde correrá a raudales el poder de Jesucristo.

“En este momento clamo a ti, Señor. ¡Lléname con tu presencia! Quiero que me veas dentro de los quebrantados y humildes de corazón, porque de esa forma sé que habitarás muy cerca de mí”

Por Marcelo Laffitte

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