Josué 1:8 es un texto bíblico muy claro: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él”. (¿Para qué meditar en él, con qué ¬finalidad?). “Para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito”. (¿Y eso qué resultados arroja?) “Porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”.
Este texto define en pocas palabras para qué dejó Dios este Libro. Para tres cosas:
1.- Para leerlo todos los días.
2.- Para meditarlo de tal manera que se nos grabe lo que leemos.
3.- Para que actuemos conforme a lo que hemos aprendido.
Se trata entonces de: leer, aprender y aplicar a nuestras vidas. Y es necesario usar estos tres verbos porque uno solo que falte ya todo pierde sentido. Observemos.
• SI USTED LEE Y NO APRENDE, no puede vivirlo. Y La Biblia no es para informarnos, es para transformarnos.
• SI USTED LEE, APRENDE, PERO NO LO APLICA A SU VIDA, llena su cabeza de conocimiento, y el conocimiento no cambia vidas.
Pero si usted al conocimiento lo convierte en vida, eso es sabiduría.
Ahora bien, debemos conocer las maquinaciones del enemigo en este campo. Satanás hará lo imposible por impedir este proceso. Él tiene al respecto tres planes. El plan A: Consiste en disuadirlo para que no pase tiempo con la Biblia. Si falla y usted lee igual, aplicará el plan B: Evitar que ponga en práctica lo leído y si usted persiste, tratará de aplicar el plan C: Hacerle creer que eso no funcionará.
Conociendo sus maquinaciones, podemos derrotarlo con facilidad.
“Padre querido, sin ti nada podemos hacer. Si tú no nos ayudas, nada podremos lograr. Danos fortaleza para no salirnos del Camino y danos persistencia para iluminar nuestro caminar con tu Palabra”