Todo cristiano va por la vida emitiendo señales. Son señales que lo delatan, que lo radiografían, que lo desnudan. Más allá de lo que él diga que es, su forma de pararse, su mirada, su actitud, su forma de peinarse, su manera de hablar y aún su forma de vestir estarán emitiendo los verdaderos signos de su personalidad. Y hay señales que están definidamente pegadas a aquellos hombres o mujeres de Dios que están llenos del Señor. En una palabra, hay señales que acompañan a las personas llenas del Espíritu Santo.