Cuando pude madurar un poco comencé a ver este tema desde otra perspectiva. Aunque sé que el Señor no hace acepción de persona y por supuesto que no discrimina, comencé a creer que algunas personas están más cerca de Dios que otras. Noto que algunos tienen casi como una familiaridad cercana que para muchos es envidiable y para otros suena un tanto extraña.
Estos amigos cercanos de Dios cuentan, con toda libertad, historias donde hablan del Señor como si lo conocieran del barrio, personalmente, como si le hubiesen estrechado la mano. Sus caras brillan de entusiasmo cuando testifican: “Y Dios me dijo…” Y hay muchos, como yo mismo en otro tiempo, que deben pensar: “Dios habla solo por la Biblia…no creo que les haya hablado”.
La pregunta que surge es: “¿Dios es más cercano a unos que a otros?” “¿Por qué Dios elegiría hablar con algunos y con otros hacer silencio?”.
Dios no determina estar más cerca de algunos y lejos de otros. Para nada. ¿Qué dice la Escritura al respecto?
La Biblia nos enseña que somos nosotros y no Dios los que determinamos el nivel de cercanía con él. A todos nos invitó para que “nos acerquemos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
La conclusión que saco es que cada uno de nosotros está tan cerca del trono de Dios, como lo hayamos decidido.
“En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de Dios! Porque tú Señor eres mi refugio, y a todos les contaré las maravillas que haces” Salmos 73:28.
Por Marcelo Laffitte