David y sus hombres habían cuidado todo lo que era de Nabal mientras estuvieron en el desierto y debido a esas bondades solicitaron a Nabal lo que tenga a mano para seguir subsistiendo en el desierto, pero para sorpresa de ellos, Nabal no quiso darles nada.
Tal fue el enojo de David que fue resuelto a acabar con todo lo que pertenecía a Nabal porque le había pagado mal por bien. (En ese momento, David decía: «¡De nada sirvió ayudar a este tipo! Protegimos sus rebaños en el desierto y ninguna de sus posesiones se perdió o fue robada. Pero él me devolvió mal por bien. 1 Samuel 25:21).
