Sobre esto aprendí que los momentos más difíciles para para “domarla” son los tiempos tormentosos de nuestra vida, los problemáticos. Cuando la cuerda de nuestro temperamento se tensa, es cuando se prueba nuestra verdadera madera.
Es en esas circunstancias cuando aparece lo que verdaderamente tenemos adentro.
Para saber cómo anda nuestra salud física, un buen chequeo médico. Para saber cómo anda nuestra salud espiritual, un conflicto pesadito y un análisis sobre cómo reacciona nuestra lengua.
¿Qué tipos de palabras salen de nosotros cuando la presión sube?
¿Tenemos un tono para cuando estamos en la iglesia y otro muy distinto en la casa?
Si es así, ¿pensó lo que ese “doble lenguaje” genera en sus hijos o en la gente que viene observándolo?
Y aquí lo importante: aprendí que para mejorar nuestras reacciones verbales hace falta algo más que dominio propio (si bien es cierto es muy importante), hace falta cultivar, día tras día, un corazón lleno de Dios, de su presencia.
Ese será el mejor filtro de nuestras palabras. La Biblia en esto es muy clara: Dice que lo que haya dentro del corazón, eso determinará lo que salga de nuestra boca. (Mateo 12:34)
Por Marcelo Laffitte