Génesis 6:9 al 14 "Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios. Y Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra. Hazte un arca de madera de ciprés; harás el arca con compartimientos, y la calafatearás por dentro y por fuera con brea".

Dios dió avisos de que destruiría todo, si no había arrepentimiento y encomendó a Noe construir el arca para salvación de algunos y de las especies creadas, porque enviaría una gran inundación en la tierra para su destrucción.
Sabías que hasta ese momento nunca había llovido sobre la tierra, no hacía falta, pues el abundante rocío mantenía una constante humedad, por ello resultó tan difícil que los hombres creyeran a Noé y hasta el mismo estaria sorprendido, pero le creyó a Dios y El lo salvó y allí entraron al Arca los que Dios dijo y se salvaron.
Al fin de este azote, Dios hizo un pacto de no volver a destruir la tierra, sellandolo con una firma espectacular como es el Arco Iris y que nos recuerda cada vez, luego de una gran lluvia, en el mismo cielo.

Después, nuevamente el mundo empezó su proceso de reconstrucción y con ello llegó la corrupción, viviendo lejos de Dios y tuvo que enviar a su hijo Jesús en rescate de su creación y no hizo falta más un arca, porque el mismo Dios había prometido no destruir más la tierra y el gran Arca ahora es su iglesia, no el templo, al que entrando, algunos creen que se salvan y no es así, pues al venir Jesús, vino el Reino de Dios, espiritual, a la tierra y nos encomendó y encomienda a cada uno de nosotros, que hemos creído y aceptamos su Señorío, a llevar su Palabra, extender su Reino hasta lo último de la tierra.

Mateo 28:19-20. "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén".
Por lo que, hoy, el arca, es su iglesia en el mundo, a la que todos se esforzarán por entrar en un momento.
Hagamos la tarea de Noé, en su tiempo de hablar de nuestro Dios a todos, algunos creerán y se salvarán. Hoy hay peligro de destrucción masiva y hay muerte sobre la tierra y el mal, a la orden del día. Pero por su promesa, Dios nos da una oportunidad más.
Lo que es bueno entender es que no hablamos de un arca terrenal, sino que nuestra salvación nos permitirá entrar a morar con el mismo Dios en su presencia.
¿Lo hacemos?
José Quiroga