El amor de Padre es incondicional, inmutable y eterno

El Padre representado aquí es maravilloso. El centro de esta historia es el amor del Padre. Algunos piensan que Dios es una fuerza impersonal. Pero no, Dios es una persona, un Padre. Una fuerza no te puede hablar, no te puede cuidar, no te puede ayudar. Una fuerza no te puede amar. Pero un padre te habla, te cuida y te ayuda porque te ama.

El amor de Dios es incondicional, inmutable y eterno. Dios no nos ama por lo que somos. Nos ama a pesar de lo que somos. Y no podemos hacer nada para que Dios nos ame más. Ni podemos hacer nada para que Dios nos deje de amar.

Este es el corazón del evangelio.

Para ilustrar esto, Jesús contó esta historia que refleja el amor del padre y la alegría que le produce cuando uno de nosotros se arrepiente y vuelve a casa.

El Hijo Menor es inmaduro emocional y espiritualmente. Quiere vivir solo, tomar sus propias decisiones, que nadie le diga lo que tiene que hacer. Es rebelde y desobediente.

Y así se va, desperdiciando irresponsablemente sus oportunidades. Desperdicia las bendiciones de su padre, desperdicia el tiempo y desperdicia su vida.

Pero hace algo bien: se arrepiente, vuelve en sí y piensa: yo soy malo pero mi padre es bueno. Y vuelve a casa, pide perdón y es recibido por su padre.

Por otro lado, el hijo mayor tiene una especie de amargo conformismo. ¿Es el tipo de persona que si uno le preguntara cómo estás? diría: Mal, pero acostumbrado. Y como todo religioso es aparentemente moral y le importa la apariencia. Su pecado es el orgullo.

El hijo rebelde sabe que ha hecho mal y duda que Dios lo perdone. El religioso confía en su justicia propia.

Estos hermanos tienen muchas diferencias, pero quizás esta sea la más importante. El rebelde dice yo soy malo, mi padre es bueno. El otro dice yo soy bueno mi padre es malo.

 

¿Con cuál se identifican? ¿El rebelde, o el religioso?

En general tendemos a parecernos a uno de los dos. O quizá tengamos un poco de cada hijo…

Hay un Tercer Hijo en la historia. Es el Hijo que cuenta la historia. Quiero hablarte de él. Él es la clave de toda la historia. No es rebelde, ni religioso. Es el Hijo de Dios. Su nombre es Jesús.

Esta parábola que Jesús contó, está ligada a otras 2 parábolas. La parábola de la oveja perdida, donde un pastor deja 99 ovejas en el corral para ir a buscar una que se había perdido. Y la de la moneda perdida. Donde una mujer pierde una moneda dentro de su casa y busca hasta encontrarla.

El contexto de las tres es el mismo. Surgen como respuesta de Jesús a la acusación que le hacen los fariseos, por comer y beber con pecadores.

Esta es una maravillosa explicación del evangelio y revela el corazón de Dios.

En las tres historias hay algo o alguien que está perdido. En las dos primeras hay alguien que va a recuperar lo perdido. El pastor busca a la oveja y la mujer a la moneda. Pero en la tercera no hay quien vaya a buscar al hijo pródigo. Porque el que debería haber ido era el hermano mayor, pero no fue.

Pero nosotros si tenemos un verdadero hermano mayor: Jesucristo. El es nuestro hermano mayor. Es el Hijo de Dios, que dejó la casa del Padre para venir a buscarnos. Y dar su vida por nosotros.

En las tres historias hay alegría y celebración por un pecador que se arrepiente. ¡Y Jesús dice así es Dios! Así es el corazón del Padre.

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