La palabra de Dios en Juan 15.4 dice: Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí.

No puede. Hay cosas buenas que no pueden suceder en nuestras vidas a menos que exista esa conexión de permanencia.
Es triste vivir esto, ser como una rama que quiere ser productiva, que quiere ver resultados y frutos buenos, pero no puede. En lugar de producir frutos se está secando. Se produjo una desconexión y no nos dimos cuenta.

No se trata de querer. Porque todos queremos, todos deseamos, se trata de poder. Si estamos cortados en algún aspecto de la vid que es Cristo, estaremos también limitados en muchos aspectos en nuestra vida.
Estar conectados a Cristo y permanecer es importante, porque no se trata sólo de querer se trata de poder volvernos fructíferos, productivos, útiles.
El fruto es lo que Cristo produce en y a través de nosotros.

Nosotros solo somos ramas, yo no puedo producir fruto por mí mismo. El fruto sólo es lo que Cristo produce a través de las ramas. Si las ramas están conectadas a Él, habrá fruto, si nos desconectamos no lo habrá. Es nulo el fruto si no hay permanencia.
Nosotros podremos lograr y alcanzar muchas cosas por nosotros mismos, producto de nuestro esfuerzo, trabajo, dedicación... Pero cuando hablamos de fruto nos referimos a aquellas cosas que sólo pueden venir de nuestras vidas si Dios las produce, si Dios está presente, si Dios las concede.

Hay cosas que sólo son posibles, si Dios está.

Con mucho trabajo y esfuerzo podemos comprar o construir una casa, pero tener un hogar, una familia bendecida es diferente.

Podemos tener la mejor cama para descansar, pero tener paz en tu corazón para poder dormir es diferente.

Con trabajo, esfuerzo y dinero podés tener acceso a una buena cobertura médica, pero tener salud es diferente. Estar sano emocionalmente, espiritualmente, físicamente. Solo en Dios es posible..... etc.

Fruto de Dios en tu vida. “... ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí”.
Pra. Mabel Claus, Centro Cristiano Puerta Abierta, Sáenz Peña, Chaco, Argentina