Me encuentro, a menudo, con personas que se sienten poca cosa para servir al Señor, entonces este consejo para esos cristianos que se subestiman tanto. Cuando se le convoque para predicar, para integrar una comisión, para dirigir una célula de estudios bíblicos o asumir cualquier responsabilidad en la iglesia, no piense que Dios lo está llamando por sus capacidades. Piénselo al revés: que el Señor lo está convocando precisamente porque usted tiene debilidades. Y eso lo obligará a depender por completo de Él.