Las palabras son más que simples sonidos o letras, son semillas que tienen el poder de construir o destruir, de dar vida o provocar muerte. A menudo, no somos conscientes del impacto de lo que decimos en nuestras propias vidas, en los demás e incluso en nuestra relación con Dios.“La lengua tiene poder para dar vida y para destruir; quienes la aman comerán de su fruto.” (Proverbios 18:21 NVI).