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Guía para orar

Comencemos viendo lo que dice Efesios 6:18: “Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el espíritu”. Aparentemente es un texto simple, sin mucha trascendencia. Sin embargo, allí hay algo digno de profundizar. ¿Qué es? Que nos manda a orar “en el Espíritu”.
 
Si somos honestos reconoceremos que nuestras oraciones se limitan a elaborar una larga lista de peticiones y a esperar que el Señor las responda. Esto no está mal, pero para aquellos que van creciendo, esta oración “tan humana” debe ser reemplazada por “oraciones en el espíritu”.
 
El apóstol Pablo arroja mucha luz al recordarnos que no sabemos orar porque somos débiles y nos enseña el camino que debemos tomar a través de Romanos 8:26: “El espíritu nos ayuda en nuestra debilidad pues qué hemos de pedir como conviene no lo sabemos, pero el espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.
 
A veces nuestras palabras son insuficientes o no logran expresar completamente nuestras luchas, anhelos y problemas. Aquí, el Espíritu interviene, llevando nuestras oraciones a Dios de una manera que va más allá de lo que podemos expresar.
 
Este versículo es reconfortante porque nos asegura que, incluso cuando no encontramos las palabras, Dios sabe lo que hay en nuestro corazón y el Espíritu intercede por nosotros de acuerdo con la voluntad de Dios y se las hace llegar al Señor.
 
¿Qué significa esto? Que el que nos dicta las peticiones es el mismo Señor. Si ignoramos esto jamás nos detendremos a escucharlo y hablaremos por nuestra cuenta.
 
Insisto, entender esto tendría que movernos a ser más cuidadosos con lo que sale de nuestra boca cuando estamos en presencia del Señor. Tendría que impulsarnos a hacer silencios para poder oír las peticiones que debemos elevar y que él nos dictará.
 
Comenzar a practicar esto nos llevará a un nivel de oración mucho más elevado que no conocíamos hasta ahora.
 
No se preocupe si al principio las oraciones salen un tanto desprolijas porque el espíritu tomará nuestras palabras y las completará para que lleguen agradables al Trono de la Gracia.
 
En síntesis, Efesios 6: 18 nos invita a subir un escalón más para alcanzar un nivel de mayor excelencia en la oración: las súplicas en el Espíritu.
 
Por Marcelo Laffitte

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