Al leer el contexto de este pasaje, tanto en Lucas cuanto en los evangelios de Mateo y Marcos, podemos notar que Jesús estaba bien ocupado. Él estaba empezando a ser muy conocido y las multitudes venían hasta él para ser curadas. Pero mismo siendo un hombre muy ocupado, Él se alejaba para orar. Significa que la oración era algo importante para Jesús.
Interesante que Él no se preocupaba en relación al que las personas pensarían de él. A fin de cuentas, ellas venían hasta él y algunas veces no lo encontraban, pues él había se alejado para orar. Jesús sabía, que la manifestación del poder que habitaba en él estaba completamente relacionada a su intimidad con el Padre.
Quizás usted diga, ¡pero él era Jesús! En tanto leemos en Filipenses, que Jesús mismo, siendo Dios no consideró ser igual a Dios, pero se vació de sí mismo. Jesús puso como prioridad en su vida el SER y no el hacer. Él sabía quién él era, entonces lo más importante era la comunión con el Padre, en vez de simplemente ser lleno de tareas y al final no poder cumplirlas.
Cuando Jesús se aleja de la multitud para orar, no significa que las personas no eran importantes para él, por lo contrario, exactamente porque ellas eran de extrema importancia para Jesús, es que él tomaba tiempo para relacionarse con el Padre. Por lo que, Jesús sólo hacia lo que oía del Padre.
Tal vez usted esté tan ocupado, haciendo tantas cosas, dando atención a muchas personas, realizando muchas obras, que tiene descuidado su vida de intimidad con el Padre. En ese pasaje aprendemos mucho con Jesús. Muchas veces tenemos que dar un tiempo en nuestras actividades, aunque eso implique alejarnos de las personas e irnos a relacionarnos con el Padre en oración.
