Muchos hemos aprendido a confiar en Dios para que nos prospere, pero pedimos tantom que se nos hace imposible estar al día con todas las cosas.
Gastamos tanto tiempo y esfuerzo atendiendo a las “cosas” legítimas de la vida, que sin tener conciencia de ello empezamos a poner nuestro afecto en las cosas del mundo y no en Dios.
Cuando las bendiciones materiales de Dios empiecen a llegarte, ten presente que Él no te ha entrenado en Su Palabra, para que puedas consumirla en tus propios deseos.
Él te ha dado a conocer Su Palabra para que vivas en el Espíritu y hagas la obra que te ha llamado a cumplir. No dejes que las cosas de este mundo te hagan desaprovechar las cosas gloriosas del Espíritu.
Pon tus prioridades en orden de acuerdo con la Palabra de Dios. Coloca tu mirada en las cosas de arriba, ¡y descubrirás la realidad de la vida celestial!