×

Advertencia

JUser: :_load: No se ha podido cargar al usuario con 'ID': 53

¿Por qué pecamos y cómo cambiar?

A pesar de que el pecado a menudo produce placer inmediato, no ofrece gozo duradero.—R.C. Sproul
 
 
¿No sería fantástico si no pecásemos más? Todos hacemos cosas que no debemos hacer, pero no tenemos que vivir atados al pecado. Antes de aprender cómo cambiar, necesitamos entender por qué seguimos cometiendo pecado.
 
 
 
¿Por qué seguimos pecando?
 Todos somos nacidos con una naturaleza pecaminosa. Nuestra carne es fuerte y autosuficiente y quiere lo que ella quiere. Somos susceptibles a la tentación y, en ocasiones, es probable que pequemos. Deseamos cosas y nuestro apetito quiere ser saciado. Entonces, cuando viene la tentación, es difícil para nuestra carne decir no, ya que es débil. El apóstol Pablo escribió que no entiende por qué él hace lo que hace,él odiaba lo que hacía,pero seguía haciéndolo. ¿Y las cosas que sí quería hacer? ¡No las hacía!
 
En esos momentos de debilidad, nuestro enemigo está cerca. Trata de convencernos de que lo que hacemos está bien. Podemos estar seguros de que si él está hablando, está mintiendo. Aún cuando la influencia del enemigo esté rodeándonos, no es sabio culpar por nuestras elecciones a él ni a sus fuerzas del mal. En el mundo hay una lucha espiritual, pero no es más fuerte que nosotros. Con Dios, tenemos el poder de conquistar cualquier tentación o fuerza en nuestra contra.
 
 
¿Cómo dejamos de pecar?
La buena noticia es que podemos mejorar y no permitir al pecado morar en nosotros. Debemos elegir lo que nos fortalece para superar la tentación y las batallas espirituales. Debemos evaluar las situaciones en las que nos metemos. Debemos ser cuidadosos de la gente con las que pasamos tiempo y reconocer la influencia de lo que miramos y escuchamos. Las personas y situaciones de nuestra vida ¿nos ayudan a elegir lo que nos lleva por caminos pecaminosos? Debemos ser honestos con nosotros mismos si queremos libertad.
 
Cuanto más aceptamos las cosas de Dios, menos sucumbiremos al pecado. Nunca seremos perfectos, pero podemos elegir y luego confiar en Dios para llevarnos a través de las dificultades que encontramos. Él nos garantiza Su fuerza en nosotros siempre. Creamos esa promesa.
 
 
Reflexiona
 
 ¿Cuándo te encuentras a ti mismo haciendo esa elección? ¿Quién o qué está cerca tuyo? ¿Qué paso puedes dar para encontrar tu libertad?
 
La verdad, la gloriosa verdad, proclama que existe un Mediador. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). Mediante Él se extiende la misericordia a cada uno de nosotros sin ofender la eterna ley de la justicia.
 
 
La misericordia no se extenderá automáticamente; se hará mediante convenio con Él y de acuerdo con Sus términos, Sus generosos términos.

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.