Mateo 5.5 RV: Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Es interesante está bienaventuranza, porque nos lleva al plano de las relaciones interpersonales. Y también porque en la carta a los Gálatas el apóstol habla de la mansedumbre como un fruto del Espíritu.

La mansedumbre es el accionar de Dios en nosotros para tener control sobre situaciones que por lo general reaccionamos mal.
Cuando estamos vestidos de mansedumbre generamos una actitud de sosiego y de prudencia ante situaciones dolorosas, humillantes y de malestar para cualquier persona.

Ser manso es no dejarse dominar por la ira.
Ser manso es no dejarse influenciar por los insultos o las críticas de los demás.
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La mansedumbre es un estado espiritual interior que nos da la seguridad de saber que Dios tiene el control de todas las cosas. Es estar confiados en que Dios nos defiende.
La Biblia habla de Moisés como un hombre manso, el más manso de la tierra, cuando murmuraban contra él, cuando se levantaron María y Aarón, o los hijos de Core, demostró mansedumbre.

De igual manera nuestro máximo ejemplo, Jesús, cuando lo maldecían, no respondía con maldición, cuando lo insultaban no amenazaba.

El texto expresa que los mansos recibirán la tierra por heredad, es decir, el reino de los cielos les pertenece a los dejan de luchar, pelear o argumentar por reconocimiento personales o intereses personales y descansan en Dios, porque entienden que Dios es el que levanta o derriba, el que sostiene o quita y es altamente generoso para velar por sus hijos.
Pr. Jami Sosa, Centro Cristiano Puerta Abierta, Sáenz Peña, Chaco, Argentina