A Dios le interesa nuestro interior

Hace unos días un joven pastor del interior me solicitó que yo escribiera el prólogo de su libro relacionado con el tema de si los pastores jóvenes son aptos o no para conducir una iglesia. Uno de los párrafos que coloqué fue el siguiente: “Creo que la prueba final para calificar como pastor poco tiene que ver con la edad cronológica. Tiene que ver con la forma de manejar la vida en secreto. Si la conducimos con integridad y consagración, seremos acompañados por una prosperidad espiritual que nos hará aptos para ocupar el púlpito de una iglesia y para ser guías eficaces de muchas ovejas”. Eso es parte de lo que puse en ese prólogo.

 

 

 

 

A veces vemos una persona y pensamos una cosa, pero puede que haya algo totalmente diferente sucediendo dentro de ella. Dios realmente está interesado en el hombre oculto más que en el hombre exterior.

 

 

Por eso con dolor escribe: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi” Mateo 15: 7-8.

 

A Dios no le gustan para nada los hipócritas. Hipocresía viene del griego “Jopokrites”, que significa “actor en escena”. Cuando un cristiano “interpreta” en la vida el rol de un buen discípulo de Cristo, pero por dentro está lleno de mentiras, lo que hace es llevar una doble vida. Y esto no termina bien.